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FRANCIA JUZGA A 51 HOMBRES POR VIOLAR A UNA MUJER INCONSCIENTE EN ENCUENTROS QUE ORGANIZABA EL MARIDO

Este lunes comenzó en Francia el juicio por uno de los casos más atroces vividos en la última década. Dominique P. (70 años) drogó a su esposa Gisèle P. (67 años) durante nueve años para que la agredieran, hasta 92 veces, 72 hombres de entre 21 y 68 años. Estos hechos sucedían en su casa mientras Dominique grababa cada encuentro o incluso participaba en ellos.


Gisèle llevaba años perdiendo pelo y peso. Había empezado a olvidar días enteros y a veces parecía estar en trances oníricos. Sus hijos y amigos temían que tuviera alzhéimer.


Pero a finales de 2020, tras ser citada en una comisaría del sur de Francia, se enteró de una historia mucho más estremecedora.


Dominique Pelicot, su marido desde hace 50 años, había estado mezclando somníferos con su comida y bebida para dormirla profundamente, dijo la policía, y luego violarla. Dijo que había introducido a decenas de hombres en su casa para grabarlos mientras la violaban, en un abuso que duró casi una década.


A partir de sus fotografías, videos y mensajes en línea, la policía pasó los dos años siguientes identificando y acusando a los demás sospechosos.


Los investigadores creen que la mujer, que ha contraído cuatro enfermedades de transmisión sexual, sufrió 92 violaciones desde 2011, a manos de 51 hombres distintos que serán juzgados durante los próximos cuatro meses. Abusaron de la mujer durante casi una década en la casa en la que vivía la pareja en Mazan, al sur de Francia.


La mayoría fue solo una vez al domicilio del principal acusado en la localidad de Mazan, en el sur de Francia. Diez fueron en varias ocasiones, hasta seis noches en algunos casos. El hombre no les pedía dinero a cambio. Los acusados no tienen patologías psicológicas importantes


El jubilado de la compañía de electricidad EDF administraba a su mujer un fuerte ansiolítico y contactaba a los desconocidos en una web de citas. Los violadores tenían la orden de no despertarla.


Otras de las obligaciones para acudir a la violación era no oler a perfume ni a tabaco, tener las manos calientes y desvestirse en la cocina, para evitar olvidar prendas en la habitación.

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