En Milán, la segunda ciudad más grande de Italia, ha entrado en vigor una estricta prohibición de fumar en espacios públicos y al aire libre a partir del 1 de enero. Esta nueva normativa prohíbe fumar en todas las calles y espacios públicos de la ciudad, con una excepción para aquellos lugares aislados donde se pueda mantener una distancia mínima de 10 metros con respecto a otras personas. Las multas para quienes infrinjan la ley oscilarán entre 40 y 240 euros, marcando un paso firme hacia una ciudad más saludable.
La medida es parte de una estrategia integral que comenzó en 2021 con el objetivo de mejorar la calidad del aire en la capital italiana de la moda. Según las autoridades locales, la iniciativa busca no solo combatir los altos niveles de contaminación, sino también proteger a los ciudadanos, especialmente a los niños, del humo pasivo, cuyos efectos en la salud son ampliamente conocidos. Sin embargo, los cigarrillos electrónicos están exentos de esta prohibición.
Esta nueva normativa forma parte de una ordenanza aprobada en 2020 por el Ayuntamiento de Milán, la cual contempla restricciones progresivas al consumo de tabaco. En 2021, la primera fase de esta legislación ya había introducido restricciones para fumar en parques públicos, zonas de juegos infantiles, paradas de autobuses e instalaciones deportivas. Ahora, la ciudad da un paso más hacia un ambiente libre de humo en la mayoría de los espacios públicos.
La prohibición ha generado diversas reacciones entre los ciudadanos y visitantes de Milán. Mientras que algunos aplauden la medida como un avance necesario para combatir la contaminación y proteger la salud pública, otros critican lo que consideran una restricción excesiva a la libertad personal. A pesar de ello, las autoridades argumentan que las iniciativas de este tipo son fundamentales para hacer frente a los desafíos medioambientales y sanitarios de las grandes ciudades.
Con esta nueva normativa, Milán se posiciona como un referente en Europa en la lucha contra el tabaquismo y la contaminación urbana. La implementación de estas políticas podría inspirar a otras ciudades a adoptar medidas similares para mejorar la calidad del aire y proteger la salud de sus habitantes.
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